
La muestra
Creo que tengo como tres meses planeando este post y siempre me contuve porque al final había una muestra del proceso :P y no quería publicar los acontecimientos en el blog… lo malo del caso es que ahora que tengo el chance de escribir no me logro acordar exactamente de qué quería que fuera el post, así que en todo caso que queden algunos de los acontecimientos de estos 3 meses viajando a la montaña.
Pasé una mañana de mi vida jugando a la guerra, la verdad nunca crei que fuera posible que alguien me dijera “juegue a la guerra como si fuera niña otra vez” y que lo fuera a conseguir, el mundo de los adultos puso pausa y jugamos y jugamos sin reglas, sin un fin, sin prejuicios, sin vergüenza… logramos ser un poco de carajillos jugando en un patio… hubo gente que no comprendía de que hablaba cuando les conté que había pasado la mañana jugando a la guerra… pues se los recomiendo… junte a los compas y jueguen como chamacos, su niño interior se lo agradecera y su adulto exterior también.
Una mañana me di cuenta que si uno esta haciendo lo que más ama en la vida y aún así solo tiene ganas de llorar… hay algo mal en como estamos jugando las cartas… es hora de buscar un cambio… todavía no sé que irá a salir de los cambios que han pasado pero dejé de llorar cuando bailaba.
Aprendí que la risa de un bebé le puede alegrar a uno el día… aunque sea uno muy oscuro.
Aprendí que la danza está en todo lado, aprendí a a ver pequeños bailes todos los días, en como alguien se acomoda en su escritorio en las mañanas, en mi perro estirándose cuando se despierta y pretende seguirme a algún lado, en la gente intentando pasar por multitudes, en una pelea, en un grupo de super héroes no tan poderosos…
Aprendí a a no tomarnos la vida taaaaaaan en serio, a darle a las cosas la importancia que tienen pero no más, y a afrontar algunos miedos solo preguntado qué es lo peor que podría pasar? cuando uno se hace esa pregunta la mayoría de las veces la respuesta no estan terrible.
En el escenario sentí mucha alegría de volver a estar ahí, de que había gente que me había ido a ver parada en las tablas, senti lo cansado que es querer ser alguien más y no pararse a conocerce uno y al menos intentar ser uno, senti lo frustrante que es que no lo dejen hacer lo que uno quiere y no entender por qué carajos no lo dejan y senti la liberación de toda la rabia acumulada con la vida… y aún así no fue suficiente ( no me culpen estos meses no han sido muy buenos)
En fin, una vez más las aventuras en el teatro lasafueras me sirvieron de terapia y de empujoncito para seguir echando pa’ lante.
Las fotos son de Sole Rodríguez